Malta es un destino único en el corazón del Mediterráneo, conocido por su rica historia, aguas cristalinas y arquitectura impresionante. Sus antiguas ciudades como La Valletta y Mdina ofrecen un viaje al pasado con fortalezas, templos megalíticos y calles empedradas. Sus calas escondidas atraen a los amantes del sol y los deportes acuáticos. La gastronomía maltesa combina sabores mediterráneos con influencias árabes e italianas. Además, su clima templado todo el año la convierte en un lugar ideal para visitar en cualquier temporada.
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Malta es un museo al aire libre. Este archipiélago en medio del Mediterráneo presume de una historia tan rica como milenaria. Desde los templos megalíticos de Ħaġar Qim y Mnajdra —más antiguos que las pirámides de Egipto— hasta las impresionantes murallas de La Valletta, la capital fortificada declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cada rincón del país respira legado. Los Caballeros de la Orden de San Juan dejaron su huella en palacios, fortalezas y catedrales que sobreviven imponentes. Pasear por Mdina, la ciudad del silencio, es viajar en el tiempo: calles empedradas, balcones de madera y vistas que cortan la respiración.
Con aguas cristalinas que van del azul zafiro al turquesa más puro, Malta es un sueño para quienes buscan mar, sol y aventura. Un destino perfecto para nadar, bucear o simplemente dejarse llevar por el vaivén de un barco.
Pero el archipiélago ofrece mucho más: acantilados escarpados para los que buscan panorámicas inolvidables, calas escondidas como Ghar Lapsi, y algunos de los mejores puntos de buceo de Europa, como el Blue Hole en Gozo. Además, con más de 300 días de sol al año, Malta es sinónimo de eterno vernao.
Malta es una tierra de influencias. Su ubicación estratégica en el corazón del Mediterráneo la convirtió en un codiciado enclave para fenicios, romanos, árabes, normandos, franceses y británicos, y cada uno dejó su sello. El resultado es una identidad única que combina arquitectura barroca con cabinas telefónicas rojas, gastronomía mediterránea con especias árabes, y un idioma —el maltés— que es un sorprendente cruce entre el árabe y el italiano, con palabras en inglés. Este crisol se refleja en su gastronomía y su gente: hospitalaria, abierta y orgullosa de su herencia.
Más allá del bullicio de Malta, las islas de Gozo y Comino ofrecen una cara más pausada y rural del archipiélago, el verdadero "Slow travel".
Gozo, con su paisaje más verde y su ritmo relajado, es ideal para quienes buscan desconexión sin renunciar al encanto. Aquí se puede explorar la ciudadela de Victoria, perderse en caminos rurales entre viñedos y olivares, o disfrutar de playas como Ramla Bay, famosa por su arena rojiza.
Comino, por su parte, un islote entre Gozo y Malta, famoso por su atractivo principal: la naturaleza en estado puro. Ideal para una excursión de un día, ofrece senderos tranquilos, aguas translúcidas y un silencio solo roto por el canto de las aves. Son lugares donde el tiempo parece detenerse y el viajero redescubre la esencia del Mediterráneo.