16 de junio de 2025
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Viajar a Praga es trasladarse a una ciudad que parece sacada de un cuento. Su mezcla de arquitectura gótica, puentes de piedra, catedrales majestuosas y barrios bohemios la convierte en un destino imprescindible en Europa Central. Con este itinerario de 3 días te proponemos un recorrido completo por lo mejor de Praga, combinando historia, cultura y rincones únicos para que vivas una experiencia inolvidable.
Comienza tu viaje de 3 días en Praga con una visita al corazón de la ciudad: la Plaza de la Ciudad Vieja. Este espacio reúne siglos de historia en cada fachada y ofrece una primera impresión inolvidable del lugar. El punto más fotografiado es sin duda el Reloj Astronómico, una joya medieval del siglo XV que cada hora cobra vida con un pequeño espectáculo mecánico.
A su alrededor, la plaza ofrece cafeterías con terrazas, artistas callejeros y un ambiente siempre animado. Desde aquí puedes empezar a orientarte en el laberinto de calles adoquinadas que caracterizan a la Praga más antigua y auténtica.
Dominando el cielo de la plaza se alza la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, con sus inconfundibles torres góticas que parecen sacadas de una leyenda. Su interior también merece la visita, con detalles barrocos y una atmósfera solemne.
Después, piérdete por las callejuelas que rodean la plaza: pasajes estrechos, patios escondidos y pequeñas tiendas te guiarán a través del tiempo. Esta zona es ideal para sentir el alma medieval de Praga, descubriendo rincones inesperados entre edificios centenarios.
Termina el día cruzando el icónico Puente de Carlos, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. Decorado con estatuas barrocas y con vistas al río Moldava, el puente ofrece una estampa mágica, especialmente al atardecer. La luz dorada sobre las torres y el río crea un momento perfecto para dejarse llevar por el encanto de Praga.
Dedica la mañana al impresionante Castillo de Praga, una fortaleza histórica que domina la ciudad desde lo alto. Es uno de los castillos antiguos más grandes del mundo y alberga diversos edificios y patios que narran la historia de la ciudad a través de los siglos.
Dentro del complejo destaca la Catedral de San Vito, una obra maestra del gótico que impresiona por su tamaño, sus vidrieras y su historia. Subir a una de sus torres ofrece una de las mejores vistas panorámicas de Praga, con los tejados rojizos y el río serpenteando a tus pies.
El siguiente punto de nuestra guía sobre qué ver en Praga en 3 días es el Callejón del Oro, una pequeña calle dentro del castillo conocida por sus casitas de colores y su vínculo con leyendas de alquimistas. Franz Kafka vivió aquí brevemente, y hoy las casas funcionan como pequeñas tiendas y museos.
Después del recorrido histórico, puedes pasear por los Jardines Reales, que ofrecen un respiro de tranquilidad y vistas preciosas del entorno. Esta combinación de cultura y naturaleza hace que el segundo día en Praga sea tan completo como inspirador.
Por la tarde, dirígete a la colina de Petřín, uno de los espacios verdes más agradables de la ciudad. Puedes subir caminando o en funicular y disfrutar de un ambiente relajado entre árboles, senderos y jardines.
En la cima, la Torre de Petřín, una especie de “mini Torre Eiffel”, te permitirá ver la ciudad desde las alturas. Es el broche perfecto para terminar el día con otra vista panorámica única de Praga.
Empieza tu último día en el encantador barrio de Malá Strana, al otro lado del Puente de Carlos. Sus calles empedradas, fachadas color pastel y ambiente tranquilo lo convierten en una de las zonas más románticas de Praga. Aquí podrás visitar la Iglesia de San Nicolás o perderte entre palacetes, cafés y pequeñas tiendas de artesanía.
Desde allí, accede a la Isla de Kampa, un remanso de paz junto al Moldava. Es perfecta para pasear junto al canal, contemplar el famoso Muro de John Lennon o simplemente relajarte en alguno de sus parques con vistas al río.
Después de sumergirte en la Praga más clásica, es momento de descubrir su lado moderno. La Casa Danzante, diseñada por Frank Gehry, es un icono de la arquitectura contemporánea en la ciudad. Su forma ondulante e innovadora contrasta con los edificios tradicionales que la rodean, lo que la hace aún más llamativa.
Puedes verla desde fuera o subir a su terraza panorámica, donde encontrarás una de las vistas más originales de Praga, además de un bar ideal para una pausa con estilo. Este contraste entre lo antiguo y lo moderno es parte de lo que hace tan especial a la ciudad.
Termina el recorrido por el histórico barrio de Josefov, antiguo gueto judío de Praga. Aquí se conservan algunas de las sinagogas más antiguas de Europa, como la Vieja-Nueva Sinagoga o la Sinagoga Española, así como el impresionante Cementerio Judío.
Este espacio invita a la reflexión y aporta una mirada diferente sobre la historia de la ciudad, con una profundidad emocional que cierra el viaje con sentido y sensibilidad.
La mejor opción para moverse a pie y aprovechar al máximo tu estancia es alojarte en la Ciudad Vieja (Staré Město) o en Malá Strana. Estas zonas están cerca de los principales puntos de interés y ofrecen una gran variedad de alojamientos con encanto. Si prefieres algo más económico, los barrios de Vinohrady o Žižkov también son buenas alternativas, bien comunicadas y con ambiente local.
Praga es una ciudad perfecta para recorrer a pie, especialmente su centro histórico. Aun así, su red de tranvías y metro es eficiente, económica y fácil de usar. Puedes adquirir pases diarios o de varios días para moverte sin preocupaciones. También hay funiculares y barcos por el Moldava, que suman un toque pintoresco al trayecto.
En la Ciudad Vieja encontrarás restaurantes clásicos donde probar platos típicos como el goulash, el svíčková o las famosas sopas checas. En Malá Strana, apuesta por pequeñas tabernas locales o terrazas con vistas al castillo. Para una opción más contemporánea, la zona de Vinohrady o cerca de la Casa Danzante ofrece propuestas modernas, veganas y de cocina fusión. Y por supuesto, debes probar la auténtica cerveza checa en alguna cervecería tradicional.
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